Nos pasamos un tercio de nuestra vida, 25 años de nuestra vida durmiendo. Los trastornos nocturnos más frecuentes son el insomnio y las apneas del sueño. La apnea es la interrupción de la respiración, durante al menos 10 segundos. El ser humano respira mientras duerme una vez cada 4 segundos, entre 15 o 17 veces por minuto, y si nosotros alargamos ese período más de 10 segundos es lo que se llama apena. Este fenómeno da una serie de síntomas nocturnos, como puede ser el ronquido, y unos diurnos como puede ser el cansancio o la somnolencia, creando una serie de posibles efectos acumulativos a largo plazo como puede ser hipertensión arterial, enfermedades coronarias, enfermedades carótidas entre otras.
Para detectar si una persona tiene apnea y en que grado, se realiza la polisomnografía, que consiste en realizar un registro mediante diferentes sensores de diversas variables del paciente, como por ejemplo si el paciente interrumpe su respiración, y si hay apea es obstructiva entre otros valores. Uno de los valores más importantes que se registran es la saturación de oxígeno para ver si la saturación en sangre baja.
Uno de los tratamientos más efectivos para combatir las apneas es mediante el cpap nasal, que es una máquina que da presión positiva y evita el colapso de la vía respiratoria, recuperando el sueño de forma normal, pero te obliga a dormir dependiente de una máquina. También hay que tener en cuenta que el peso corporal influye significativamente en la presentación de las apneas o de su gravedad. La pérdida de peso favorece en disminuir la gravedad de estas apneas.
