Un estudio reciente ha demostrado que la falta de sueño o dormir poco engorda, y, por tanto, que los kilos de más están muy relacionados. No dormir lo suficiente provoca un cambio hormonal que aumenta el apetito y como consecuencia la ingesta de calorías.
Afecta a las hormonas que regulan el apetito
El factor determinante del estudio de la obra “Obesity”, editada por Fundación Lilly y realizada con el soporte
de un equipo internacional de especialistas, resulta ser quedormir poco engorda ya que afecta directamente a las hormonas (leptina y ghrelina) que regulan el apetito alterando su ritmo de forma notoria. Si dormimos poco normalmente tendremos más apetito y por tanto comeremos más de lo que convendría a nuestro cuerpo si le hubiésemos dado las necesarias horas de sueño reparador.
Las consecuencias de no seguir nuestro reloj
Marta Garaulet, catedrática de Fisiología, asegura que tener horarios irregulares en cuanto a las comidas y no hacer deporte regularmente , no sólo pueden derivar en obesidad sino también en envejecimiento prematuro o diabetes. Desde 1972 conocemos la existencia de un reloj biológico central capaz de regular el gasto energético con las hormonas relacionadas con nuestro metabolismo. La obesidad es una de las consecuencias inmediatas de ese desajuste. Al dormir menos de lo necesario, nos encontraremos más cansados, nos movemos menos, las hormonas del control de la ingesta aumentan, con lo que se sobre estimula el apetito y acabamos comiendo más.
Se realizó un estudio sobre 3.500 niños a nivel mundial y se concluyó que aquellos que dormían sus 8 horas tenían menos problemas de sobre-peso respecto a los que dormían menos de 7 horas.
Un buen estilo de vida.
Debemos reordenar nuestra vida en cuanto a evitar todos estos desajustes, procurar comer siempre a las mismas horas, hacer deporte regularmente y dormir lo necesario según nuestra edad, es decir no dejarnos llevar por la pereza. Lo contrario nos lleva a lo que los expertos llaman el ambiente “obesogénico”.