En el anterior episodio de Corpore Sano hablamos sobre los cuidados que debemos aplicar a las cicatrices tras una cirugía. No obstante, en ocasiones estos cuidados no son suficiente y pueden aparecer los llamados queloides.
Las cicatrices queloides son cicatrices que desbordan los límites de la herida, creciendo desproporcionadamente. La cicatriz presenta un aspecto rojizo, abultado, duro y en muchas ocasiones produce picor.
Existen diferentes tratamientos para combatir los queloides:
- La presoterapia
- Tratamientos con láser colorante pulsado, ResurFx o Co2 dependiendo de la cicatriz.
- La aplicación intralesional de corticoides
- La Braquiterapia
La braquiterapia consiste en la irradiación de ese queloide mediante una fuente de radioterapia. En las cicatrices más largas y grandes se irradia de forma directa; en el caso de que éstas sean pequeñas se extirpan quirúrgicamente.
Esto se hace dejando un catéter muy fino dentro de la herida y suturándola de nuevo. A través de este catéter emitimos la radioterapia, controlada por un ordenador, para saber en qué zona emitir más o menos energía. De esta forma se conseguirá un tejido hipóxico, hipovascular e hipocelular que evite la migración excesiva de fibroblastos a la zona y se obtendrá una cicatriz correcta y más estética. En ocasiones, según el caso, se realiza sin el cateter.
La braquiterapia tiene un porcentaje de éxito del 95%, es el más efectivo de los tratamientos que hemos mencionado. Su desventaja es su elevado coste por lo que normalmente se prueban primero las anteriores alternativas y se recurre a la radioterapia en los casos más difíciles.