Luchar contra el desconocimiento siempre es bueno, pero que las mujeres apliquen esta máxima en cuanto a su propio seno se refiere es básico. Básico para no preocuparse si no es necesario o para poder actuar si la situación así lo requiere. Por este motivo la autoexploración mamaria es una herramienta muy útil para la prevención en el cáncer de mama.
Para que la autoexploración sea correcta hay que saber, para empezar, cuándo hacerla. La premisa es clara en este sentido: sólo nos vamos a fiar del pecho recién pasado el periodo menstrual. Hay que entender que la mama de las mujeres que aún tienen reglas cambia cíclicamente. Si una mujer se explora antes o durante la ovulación probablemente tenga la sensación de que hay algo nuevo o diferente sin que eso sea real. La cuestión es que durante este periodo el pecho se hincha de forma desigual y no recupera sus características primigenias hasta tres o cuatro días después del inicio de la regla. Desde ese momento, la mayoría de mujeres tienen una semana de plazo para poder hacer una autoexploración correcta.
DE LA MEJOR MANERA
Elegido el momento óptimo, la mujer se dispone a la autoexploración. Es importante, en este sentido, adoptar una postura cómoda y correcta. Una muy recomendable es acostada, con una de las manos debajo de la cabeza. Con la otra mano, y siempre con la yema de los dedos, reseguiremos el pecho presionando contra las costillas.
Durante la exploración hay que seguir un orden para no pasar por alto ninguna zona y, ante todo, no alarmarse sin motivo.
¿Y DESPUÉS?
Acabada la exploración, es importante ser prácticos. ¿Se ha detectado lo mismo de siempre? Pues todo va bien. ¿Hay alguna sensación de cambio? Entonces hay que ir al médico.
PREVENCIÓN
La autoexploración de la mama es, en definitiva, una gran arma de prevención en la mujer aunque en ningún caso va a sustituir la eficacia de una mamografía, pero es una herramienta muy útil en diversos contextos.
Palparse para conocerse debe ser un acto periódico y constante. Y es que el riesgo aumenta con la edad “y no deja nunca de hacerlo, hasta llegar a los 80 años, en que el riesgo ya no se eleva más, pero se mantiene estable hasta las edades más avanzadas. Es necesario realizar estas exploraciones toda la vida.